Casas Isla: Una buena lección del incendio de Valparaíso

Por Patricio Jara Tomckowiack

Arquitecto
@PatricioJaraTom

Del Blog: Palabra de Arquitecto  http://palabradearquitecto.blogspot.com/

"De qué sirve el patrimonio si no hay humanidad….", es lo que andan diciendo en las redes sociales, y a mí me dan ganas de gritar al unisono: y de qué sirven los barrios si no tienen una buena dotación de equipamiento y espacio público.

Un tecnicismo desconocido para mí o una nueva joya del “hablamiento” periodístico nacional fue la que me sorprendió gratamente al escuchar en la televisión a un periodista que hablaba sobre algunas “casas isla”, en el contexto del dramático incendio que afectó a Valparaíso; ese antiguo puerto principal y enamorado, ahora divorciado, sin plata, caído al litro, demacrado y sin putas ni amigos.

Según el relato las “casas isla” son un grupo de viviendas dispersas que milagrosamente resultaron sin daño e intactas en ese mar ardiente que sembró de hollín, escombros y pino de tercera a medio quemar los cerros afectados de la joya del pacífico. En ellas, algunos de sus propietarios en señal de agradecimiento, solidaridad y conciencia colectiva abrieron sus puertas y las dispusieron para facilitar la entrega de ayuda, la organización de los voluntarios y ofrecer algunos servicios básicos a sus vecinos. Asimismo, las áreas verdes y multicanchas están siendo utilizadas como centros de acogida, acopio y distribución de la ayuda recibida.

De esta forma las “casas isla” están siendo utilizadas como verdaderos equipamientos comunitarios y vecinales, función que idealmente podrían cumplir las tan frágiles, monofuncionales, obsoletas y poco atractivas “sedes sociales” chilenas. En este sentido la catástrofe pone en evidencia y realce la idea del urbanista español Agustín Hernández Aja[1] quién señala que los equipamientos son verdaderos faros en la monotonía de la ciudad. Y, asimismo, valida la observación de su colega y compatriota Jordi Borja [2] quién se refiere al espacio público como el lugar por donde respira la ciudad, pues es el único espacio común y flexible capaz de cambiar y adaptarse a los cambios que exige la ciudad y sus ciudadanos.      “Casas isla”, multicanchas y áreas verdes han demostrado su importancia como elementos construidos (edificios) para la trama urbana y también como lugares detonantes de la convivencia y la organización en la dimensión social de nuestro hábitat. Y ahora más como espacios para la seguridad social en el caso de estas lamentables catástrofes.

Es de esperar que del caso de Valparaíso se obtengan, a lo menos, en esta línea, dos lecciones: que  los equipamientos y el espacio público de calidad son fundamentales para los barrios, y, que principalmente en poblaciones antiguas y de conformación espontánea es necesario comprar y demoler viviendas (preocupándose de la re-ubicación de las personas y conservar sus redes sociales) para construir equipamiento comunitario y espacio público donde no lo hay, porque se necesitan urgente más y mejores faros y lugares por donde la ciudad respire y la comunidad continué organizándose y se adapte a las nuevas demandas y acontecimientos. Más aún en este país, Chile, que ya sabemos está primero en la lista de espera del acabo de mundo.   


[1] Del libro: La ciudad y los ciudadanos.

[2] Del libro: El espacio público, ciudad y ciudadanía.

Palabra de Arquitecto

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